jueves, 14 de octubre de 2010

Nuestra memoria

No es casual la relación estrecha que existe entre memoria y tiempo, es fácil ilustrarlo con el hilo histórico-temporal que tejían nuestros profesores de Historia sobre una pizarra oscura que se acababa difuminando a veces en la penumbra de nuestro olvido, dejando un espacio para las elucubraciones y la fantasía.

La cuestión histórica dicen algunos, pero esta práctica se ha extendido de tal modo que es la vida misma y nuestro entorno lo que vamos manipulando a nuestra conveniencia. El ser humano se ha vuelto tan hipócrita que se engaña a sí mismo para contentar a su propia conciencia destrozando un concepto que aletea como un mito sobre nuestras cabezas, la verdad. Yo lo llamaría la dictadura del olvido planificado.

 No es algo novedoso aunque parezca de algún modo rocambolesco, es tan antiguo como nuestra propia existencia como especie, sin embargo, es cada vez más aguda esta aflicción hasta el punto de afectar a nuestro futuro.

Me explico, la memoria que para el ser humano se representa en el recuerdo, es el cúmulo de aprendizaje que se obtiene de la experiencia y este proceso es claramente dependiente del tiempo. Cuando esta memoria es afectada o manipulada afecta en mayor o menor medida al individuo según su incidencia, el grado de afectación y el tiempo que esos recuerdos han sido afectados por la desconstrucción. El problema surge cuando el efecto causa problemas al desarrollo normal de actividades.

Imagínese el mismo efecto en un grupo, borrar el pasado de forma sistemática para afrontar el futuro, olvidar el dolor en vez de afrontarlo y asimilarlo, e incluso aprender de esa experiencia. Desde luego esto puede afectar y de forma grave a nuestro futuro como especie y nuestra toma de decisiones se construirá siempre sobre una base que se tambalea débil en base a unos cimientos anclados en el aire.

No juguemos con la Historia, no hagamos el papel de Dioses porque la responsabilidad acabará devolviéndonos todo el peso que conllevan nuestras decisiones arbitrarias y caprichosas. Volvemos por tanto a la Historia y ahora necesitamos un loro en el hombro de cada uno que nos repita al oído "Recuerda que eres mortal... Recuerda que eres mortal".