lunes, 18 de mayo de 2009

La luna se apagó

Cuando me asomé a tu ventana y tu Luna no estaba... se me apagó mi sonrisa. Pensé que nunca más esa luz pálida, ténue, me envovería, dándome luz, calma, paciencia y calor. De repente... los cristales de la ventana crujierom. No era un sonido leve... era quizás titubeante, pero sonido al fin. Y mi sonrisa se iluminó, a la luz de tu Luna. Bien es cierto que ese brillo, lo mantuviste a raya, lo controlaste, lo dominaste, pero por un segundo... se te escapó un reflejo, una frase que venía a decir que debías mantenerte bajo control, pero que te costaba el alma hacerlo. Y eso fué suficiente. Nuestra Luna nos cobijó, nos matizó su brillo aterciopelado, para que pudiesemos ir dormir con menos dolor, sólo con una furtiva lágrima que a mí (tonta de mí) se me escapó. No era una gota salada e insípida. Era pura felicidad. Esa lágrima. me ayudó a descansar mi mente, a ilusionar mi corazón y a despejar las brumas que no me dejaban ver nuestra Luna. Apareciste tarde, pero lo hiciste, aún a tu pesar, e hiciste brillar mi mirada y me permitiste (creo) consolarte. Al menos, eso intenté con todo mi corazón. Que tu Luna y la mia bailasen en la oscuridad.
Hasta mañana, cariño mio

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